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Foto del escritorPaola Cano

Pasarela Detox

Durante décadas, las empresas industriales han elegido utilizar el medio ambiente y, en particular, nuestros cursos de agua, como vertederos de sustancias peligrosas sin encontrar obstáculo en las ineficaces normativas de los gobiernos. Para las comunidades locales que viven en los alrededores de las plantas de producción, la contaminación del agua se ha convertido en su día a día. La legislación no siempre ha evitado el vertido de sustancias químicas tóxicas al medio ambiente, particularmente en los países del sur, ya que debido a la persistencia y peligrosidad de estas sustancias no existe un “nivel seguro”.



Greenpeace lanzó la campaña “Detox My Fashion” en 2011 para abordar este problema, pidiendo a la industria textil que asumiera urgentemente su responsabilidad por la contribución a la contaminación tóxica. La fabricación de ropa de muchas marcas muy conocidas utiliza comúnmente sustancias peligrosas.


La campaña de Greenpeace ha cerrado compromisos Detox con 76 marcas, minoristas y proveedores internacionales y ha tenido un impacto político, que ha desencadenado en cambios políticos en Europa y Asia. Las marcas de moda, en particular, pueden jugar un papel importante en transformar el sector por la influencia que tienen en proveedores y en las tendencias. Esto ya ha pasado en Italia, donde una colaboración, que se inició en la región de Prato, tiene ahora 42 empresas trabajando juntas para ser Detox.


Sin embargo tenemos que seguir esforzándonos en “desintoxicar” la industria textil. Nuestra adicción a la moda rápida (fast fashion), el creciente número de prendas que se fabrican, venden, usan y tiran está amplificando el impacto ambiental y social de la moda. En el futuro Greenpeace va a demandar cambios más profundos para cerrar y ralentizar el ciclo de vida de las prendas de ropa.


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